sábado, 5 de abril de 2014

Muyurina - Ayacucho




muyurina



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La vida brinda tantas formas de vivir feliz a todas las personas en este mundo, a mí me dio la  pequeña oportunidad   de  recorrer algunos rincones  de nuestro país. De esas andanzas uno  de esos pueblos que  recuerdo   es  un apacible valle muy pequeñito, donde los bosques y maizales juegan eternamente con los rayos solares y la brisa coquetona, regalando  colores imperceptibles  entre sus bosques y su río de aguas límpidas ..........

Lugares como este me hacen recordar el pueblo en el que transcurrí mi infancia.

Hoy voy a comentarles del lugar que pasé  mi infancia: no de su toponimia,   ni de su historia,  tampoco de sus calles, mucho menos de sus fiestas.  
 Voy a comentarle que allí  todo el mundo se saluda con una sonrisa,    tocan  la guitarra  en la esquina con los amigos de toda la vida,  tocar bien o mal eso no importa.


Son gente activa,   que gustan  de lectura amena,  y del deporte.   Viven con pasión las emociones con granito de locura, son hombres  de trabajo y de progreso.
Aquel  pequeño lugar   ha labrado una parte de mi infancia con sus costumbres, de la mano de mamá,  con las sabrosas comidas de casa, con aroma a leña; con la música que sembraron sueños en mi......hoy basta con escuchar algunos tonos para sentirme nuevamente niño.  Quizá allí esté la explicación del porque comparo y recuerde a esos valles que Dios sembró.

Estas son las pequeñas lineas  que recreo a mis andanzas, a estas horas de mi invierno.   







Maizales a las orillas de Vilcanota










Campiña en Vilcanota


Vilcanota






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